¿Sabías el origen de la expresión “quien fue a Sevilla perdió su silla”?
Seguro que alguna vez te han dicho la famosa expresión “quien fue a Sevilla perdió su silla” cuando en una reunión con amigos te has levantado para ir al baño, o cuando has ido a la cocina a por más pan y tu hermano se ha comido la última croqueta, pero, ¿alguna vez te has preguntado su origen?
Como la mayoría de los refranes populares, tiene un origen histórico. Sucedió en el siglo XV, poco antes del Descubrimiento de América, y bajo el reinado de Enrique IV de Castilla, hermano de Isabel la Católica.
En 1460 fue nombrado Arzobispo de Santiago de Compostela Alonso de Fonseca el Mozo, sobrino del arzobispo de Sevilla Alonso de Fonseca el Viejo. Por aquel entonces, el reino de Galicia se encontraba muy inestable, por lo que el joven arzobispo pidió ayuda a su tío para aplacar los ánimos, aceptando éste e intercambiando puestos mientras duraran los problemas.
Alonso el Viejo consiguió aplacar los ánimos, por lo que volvió a Sevilla a recuperar su cargo, pero para su sorpresa, su sobrino se negó, dando lugar a la expresión “Quien se fue de Sevilla, perdió su silla”. Así pues, tenía un sentido opuesto al actual, ya que el pecado del arzobispo fue irse de Sevilla, no ir a Sevilla.
Desde aquí abogamos por recuperar su antiguo uso “quien se fue de Sevilla perdió su silla”, ya que de Sevilla no hay que irse nunca…
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